“Me muevo con el ritmo
y el fluir de la vida, siempre cambiante”
Muchos cambios no llegan a nuestras vidas a menos que estemos listo para enfrentarlos, sin embargo ponemos de manera inconsciente mucha resistencia y nos avocamos a permanecer como siempre. Mantenemos nuestros mismos pensamientos, nuestros mismos hábitos y sin embargo esperamos que algo cambie y que eventualmente nuestra salud y nuestra vida mejore. No nos damos cuenta que cada actitud, pensamiento y acción que elijimos promueve un estado de salud particular.
Cuando llevamos algún modelo mental profundamente sepultado
en nuestro interior, para poder curarnos debemos empezar por tomar conciencia
de ello. Quizás hablemos al respecto con alguien, o veamos aparecer el mismo
modelo mental en otras personas. De una manera o de otra, emerge a la
superficie, nos llama la atención y empezamos a tener alguna relación con ello.
Un amigo, una clase, un seminario o un libro que comienza a sugerirnos maneras
nuevas de abordar la disolución del problema.
Cualquier reacción que puedan tener les sirve para demostrarles
que han iniciado ya el proceso curativo. En realidad el proceso se inicia
en momento en que empezamos a pensar en cambiar.
La impaciencia no es más que otra forma de resistencia; es la
resistencia a aprender y a cambiar. Cuando exigimos que todo se haga ahora
mismo que se complete de inmediato, no nos estamos dando el tiempo necesario
para aprender la lección implícita en el problema que nos ha creado.
Si usted quiere ir a la habitación de al lado, tiene que
levantarse y avanzar paso a paso en esa dirección. Con quedarse sentado
deseando estar en la otra habitación no se arregla nada. Pues es lo mismo.
Todos queremos terminar con nuestros problemas, pero no queremos hacer las
pequeñas cosas que, sumadas, nos darán la solución.
Ahora es el momento de reconocer nuestra responsabilidad por
haber creado esa situación o ese estado. No estoy hablando de sentirse
culpable, ni de que nadie sea una “mala persona” por estar donde está. A lo que me refiero es a reconocer ese “poder
interior” que transforma en experiencia cada uno de nuestros pensamientos. En
el pasado, sin saberlo, usamos ese poder para crear cosas que no queríamos
experimentar, porque no nos dábamos cuenta de lo que hacíamos. Ahora, al
reconocer nuestra responsabilidad, tomamos
conciencia de este poder, y aprendemos a usarlo conscientemente de manera
positiva y en beneficio nuestro.
Con frecuencia, cuando sugiero una solución a un cliente
–puede ser una persona relacionada con él- veo cómo empieza a contraer y
adelantar la mandíbula, y como cruza tensamente los brazos sobre el pecho, a veces
incluso cerrando los puños. La resistencia ésta subiendo a escena, y entonces
sé que se ha acertado exactamente con lo que es necesario hacer.
Todos tenemos lecciones por aprender. Las cosas que nos
resultan difíciles no son más que las lecciones que hemos decidido tomar. Si
las cosas nos resultan fáciles, es porque ya las sabemos hacer.
¿Cómo se manifiesta la resistancia al cambio en usted?
¿Qué enfermedades "aparecen" cada cierto tiempo en su vida? ¿Qué situaciones estaba enfrentando cuando enfermó?
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