Muchos de nosotros hemos pasado demasiado tiempo sin hacer
caso de nuestro propio niño interior, tengas la edad que tengas hay en tu
interior un pequeño que necesita amor y aceptación. Si eres una mujer, por muy
independiente que seas, tienes en tu interior a una niña muy vulnerable que
necesita ayuda, si eres un hombre, por muy maduro que seas, llevas de todas
formas un niño dentro que tiene hambre de calor y afecto.
Cada edad que has vivido está dentro de ti, dentro de tu
conciencia y de tu memoria. Cuando éramos niños solíamos pensar que algo no
funcionaba bien en nosotros, que teníamos algo malo dentro. Los niños piensan
que si pudieran hacer las cosas bien, sus padres (o quien sea) les amarían y no
les castigarían ni les pegarían.
Así pues, siempre que el niño o la niña desea algo y no lo
obtiene, piensa; “no valgo lo suficiente, soy anormal, un retrasado “,
entonces cuando nos hacemos mayores rechazamos ciertas partes de nosotros
mismos.
También llevamos a nuestros padres dentro. Tenemos en nuestro
interior al niño y a sus padres. La mayor parte del tiempo el padre (o la
madre) reprende al niño, casi sin parar, si prestas atención a tu dialogo
interno, podrás oír el sermón. Podrás escuchar cómo papá o mamá le dice al niño
que está haciendo algo mal o que no sirve para nada.
Lógicamente, entonces
comenzamos una guerra con nosotros mismos; empezamos a criticarnos de la misma
forma en que éramos criticados; “eres
un estúpido”, “no sirves para nada”, “otra vez la has fastidiado”. Se convierte
en costumbre. Cuando nos hacemos adultos, la mayoría de nosotros no hacemos el
menor caso de nuestro niño interior, o lo criticamos igual como nos criticaban.
Continuamos con la pauta una y otra vez.
LA CURACIÓN DE LAS
VIEJAS HERIDAS
Trabajar con el niño interior es sumamente útil para curar
las heridas del pasado. Si en tu infancia sentiste mucho miedo y angustia, y
ahora te castigas mentalmente, continuas tratando a tu niño interior de la
misma forma. Sin embargo, él no tiene ningún otro sitio adonde ir. Es necesario
que superes las limitaciones de tus padres.
Necesitas comunicarte con el pequeño, que se siente perdido. Tu
niño interior necesita saber que tú lo amas. Tomate un momento ahora mismo y
dile que te interesas por él; “Te quiero. Me importas. De verdad te quiero”. Tal
vez le has estado diciendo esto a la persona adulta que llevas dentro. De modo
que empieza a decírselo también a tu niño. Imagínate que le coges la mano y
ambos van a todas partes juntos durante unos días. Veras las felices y alegres
experiencias que podrías tener.
Necesitas comunicarte con esa parte de ti mismo ¿Qué mensajes
deseas escuchar? Siéntate en silencio, cierra los ojos y habla con tu niño
interior. Si te has pasado 62 años sin hablar con él, es posible que tengas que
insistir unas cuantas veces para que el niño realmente crea que quieres
hablarle. Insiste; “deseo hablar contigo, deseo verte, deseo amarte”. Finalmente
lograrás la comunicación, es posible que veas dentro de ti, que lo sientas, que
lo escuches.
La primera vez que hables con tu niño interior puedes
comenzar por pedirle disculpas. Dile que lamentas no haber hablado con él o haberle
reprendido durante todos estos años.
Dile que deseas compensar todo el tiempo que habían estado
separados, pregúntale que puedes hacer para hacerle feliz, y de qué tiene
miedo. Pregúntele que desea el de ti.
COMO COMUNICARSE CON EL NIÑO INTERIOR.
Una sugerencia es que busques una fotografía tuya cuando eras
niño. Mira la foto. ¿Ves a un niño desgraciado? ¿Ves a un niño feliz? Veas lo
que veas comunícate con él. Si ves a un niño asustado, haz algo para
tranquilizarlo. Busca varias fotos de tu infancia y habla con el niño de la
foto.
Es muy útil hablar con el propio niño interior frente al
espejo si tenías un sobrenombre cuando eras niño, utilízalo. Juega con tu niño
interior. Haz cosas que le gusten a tu niño. ¿Qué te gustaba de verdad hacer cuando
eras pequeño? ¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste? Con demasiada
frecuencia el padre y la madre que llevamos dentro nos impiden divertirnos
porque no es cosa de adultos. Así pues, tómate el tiempo necesario y diviértete,
haz las cosas tontas que hacías cuando eras niño.
TUS MUCHAS PARTES
Las relaciones son fabulosas, los matrimonios son
maravillosos pera la realidad es que son temporales. En cambio tu relación contigo
mismo es eterna. Dura para siempre. Ama a la familia que llevas dentro, el niño
o la niña, el padre o la madre, y la adolescente y el joven que hay en medio.
Recuerda que también llevas
a tu adolescente en tu interior. Dale la bienvenida, trabaja con él de la misma
forma que lo haces con el niño. ¿Qué dificultades tuviste en la adolescencia? Hazle
preguntas a tu adolescente igual como se las haces a tu niño. Ayúdale a pasar
por las amedrentadoras situaciones y los
momentos de aprensión de la pubertad, “corrige” esa época. Aprende a amar a tu
adolescente igual como aprendes a amar a tu niño.
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